viernes, 5 de abril de 2013


Nos encanta creer que somos fuertes, que podemos con todo. Pero eso no es así. Todos tenemos derecho a tener un mal día. Un día de esos en los que te das cuenta de que no siempre se puede tener todo bajo control. Que no puedes con todo. Ser fuerte no es cubrirse con una armadura de hierro y hacer como que nada te afecta. Ser fuerte es asimilar. Asimilar que siempre habrá algo que se te escape de las manos. Asimilar que no tienes que demostrar nada, que debes dejar de guardarte esas cosas que hacen que con el tiempo se produzca esa explosión típica en las personas que se quedan para si mismos las cosas que duelen. Nos encanta creer que ser fuerte quiere decir mantenerse siempre. Ser fuerte es más que eso. Es ver que vives un día en el que tienes que tumbarte en la cama, escuchar tu canción favorita y llorar. Un día malo, al fin y al cabo, solo dura 24 horas. Lo malo es cuando esto ocurre un día detrás de otro.... 

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